Llegas
y hay unos almendros
que no
lo dicen todo, en flor,
pero
aquello que dicen
lo
dicen para nadie, pues esperan desde hace tanto tiempo
que han
olvidado ya el deseo de ocultarse
o el
deseo de darse.
Para Acerina Cruz. Oh, si yo pudiera regresar a entonces, a aquella casa de Taidía que estuve a punto de comprar. La recuerdo solita...
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