Como algunos lectores sabrán, las pruebas PAU (Prueba de Acceso a la Universidad) de todas las materias han sido modificadas para la convocatoria de 2026 con el objetivo de avanzar hacia un modelo homogéneo de examen en todo el estado español.
Si escribo esta carta abierta y la publico en mi blog y en mis redes sociales es porque ya planteé en el foro correspondiente (la reunión de junio de la Subcomisión) algunas de estas cuestiones, sin que la respuesta que se me diera entonces me resultara en absoluto satisfactoria.
Lo que escribo a continuación lo hago a título individual y no en representación de ningún colectivo.
Me centraré en el tercer bloque de la prueba de Lengua castellana y Literatura II, “Educación literaria”, pues me parece el que peor resuelto ha quedado por parte de la Subcomisión en la nueva estructura de la prueba.
En primer lugar, me parece absolutamente inadmisible que en junio se propusiera un conjunto de relatos por cada uno de los tres periodos como lectura obligatoria seleccionable por los departamentos, y que, sin embargo, en septiembre esa selección haya pasado a ser “material complementario”.
Pasaré ahora a comentar algunos asuntos sobre la pregunta 7, es decir, el bloque de diez cuestiones teóricas que “abarcan los principales hitos de la historiografía literaria de los tres períodos”, según la Subcomisión. Esta pomposa descripción es más que discutible. Las diez cuestiones son estas:
1. Indica las características de la generación del 98,
2. Comenta el tema del España en la generación del 98.
3. Enuncia y explica las características de la generación del 27,
4. Señala y describe las etapas de la generación del 27.
5. Señala los elementos más destacados de la poesía social de posguerra.
6. Comenta las características del teatro o la narrativa social de posguerra (con ayuda de las lecturas en el aula, si se considera necesario).
7. Señala los rasgos temáticos y formales del realismo mágico.
8. Explica las innovaciones técnicas que aparecen en la novela o el teatro de los años 60 y 70 (con ayuda de las lecturas en el aula, si se considera necesario).
9. Menciona y explica las tendencias narrativas o teatrales actuales (con ayuda de las lecturas en el aula, si se considera necesario).
10. Comenta los rasgos de la poesía de la experiencia.
En primer lugar, no aparece por ninguna parte el modernismo, a pesar de haber sido el primer movimiento verdaderamente moderno (de ahí su nombre) de la literatura en lengua española (sin embargo, hay dos preguntas sobre la generación del 98). En segundo lugar, en vez de incluir dos preguntas sobre la generación del 27, ¿por qué no se dedicó una de ellas a los movimientos de vanguardia, algunos de los cuales tanta importancia tuvieron en Canarias? En tercer lugar, ¿por qué toda la literatura de posguerra se limita a la literatura social, nada menos que en dos cuestiones, la quinta y la sexta? ¿Qué ocurre con el postismo, con Cirlot, con Fetasa, con los poetas del mediosiglo, etc., etc.? Seguimos: ¿cómo es posible que la única de las diez preguntas dedicada a la literatura hispanoamericana sea la referida al realismo mágico? ¿Y el resto de la literatura hispanoamericana?
Pero el delirio se manifiesta sobre todo en las tres últimas preguntas. La octava, que no se sabe si se refiere a la literatura española o a la hispanoamericana, o a ambas, pretende que se expliquen las “innovaciones técnicas que aparecen en la novela o el teatro de los años 60 y 70 (con ayuda de las lecturas en el aula, si se considera necesario)”. Fíjense en primer lugar en esa “o”: novela o teatro. Pero es que, entre las obras de narrativa y teatro propuestas por la Subcomisión, las únicas escritas en ese periodo son Los cachorros (1967), de Mario Vargas Llosa, y, con suerte, Pic-nic, de Fernando Arrabal, compuesta entre 1952 y 1961. En cuanto a la penúltima pregunta, que es casi un calco de la anterior, pero situada en el presente, reza: “Menciona y explica las tendencias narrativas o teatrales actuales (con ayuda de las lecturas en el aula, si se considera necesario).” Definan ustedes “actuales”, por favor. ¿Se han dado cuenta de que la Subcomisión se ha cargado cuatro décadas de un plumazo: los 80, los 90, la década de 2000 y la de 2010? ¡Décadas prodigiosas, eh! Porque lo “actual” no va más allá (más atrás) de 2020, digo yo.
El colmo del disparate, sin embargo, lo reserva la Subcomisión para la última pregunta: “Comenta los rasgos de la poesía de la experiencia.” Es decir, que, en cuanto a poesía (recuerden que la última pregunta de este género fue la número 5: poesía social de posguerra, es decir, años 50 y 60), la Subcomisión obvia la poesía del mediosiglo (Valente, Brines, Atencia, Gamoneda, Manuel Padorno, Luis Feria, Arturo Maccanti) y pasa directamente a una de tantas corrientes surgidas en los años 80: la poesía de la experiencia. ¿Pero por qué la poesía de la experiencia, que no tuvo representación en Canarias, y no los novísimos, justamente anteriores, o la poesía del silencio, que tan buenos ejemplos dio en Canarias? ¿Y la poesía actual, por qué se la destierra de todo esto, mientras que sí se atiende a la narrativa y el teatro actuales? Con este cúmulo de arbitrariedades, incoherencias y despropósitos tendrá que enfrentarse el alumnado que se presente este año a la PAU en Canarias.
Pero el desaguisado no termina aquí. Si pasamos a la tercera pregunta (dejaré para el final la segunda), nos encontramos con que la Subcomisión da a elegir, pero no demasiado. Es decir, determina una serie de libros (cuatro en concreto: dos novelas y dos obras teatrales por cada periodo) de entre los cuales cada centro (o cada docente) debe seleccionar uno por cada periodo. Es decir, que los alumnos leerán tres libros a lo largo del curso. No se sabe cuál es el criterio que se ha seguido para la selección de los títulos (ni falta que hace, dirá alguno; pese a lo cual, yo creo que algún criterio debió de haberse seguido y, por qué no, explicado en los foros oportunos).
La selección en cuestión es esta:
Primer período: desde finales del XIX hasta 1936
Novela
Él, de Mercedes Pinto
Crimen, de Agustín Espinosa
Segundo período: desde la Posguerra hasta 1975
Nada, de Carmen Laforet
Los cachorros, de Mario Vargas Llosa
Tercer período: desde 1975 hasta la actualidad
Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez
Panza de burro, de Andrea Abreu
Teatro
Primer período: desde finales del XIX hasta 1936
Luces de Bohemia, de Ramón María del Valle-Inclán
La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca
Segundo período: desde la Posguerra hasta 1975
Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo
Pic-nic, de Fernando Arrabal
Tercer período: desde 1975 hasta la actualidad
La piedra oscura, de Alberto Conejero
Primera sangre, de María Velasco
Basta leer esta lista detenidamente para llevarse las manos a la cabeza. Empecemos por el primer periodo. ¿Desde cuándo es Crimen una novela y a qué alumno de 2º de Bachillerato puede interesarle? ¿Qué alumno de 2º de Bachillerato puede comprender y disfrutar uno de los textos más complejos de la literatura española de vanguardia? En cuanto a las obras teatrales, se ha pisado terreno firme: bien.
Si avanzamos al segundo periodo, uno se pregunta qué interés puede tener Nada, de Carmen Laforet, para un alumno del Bachillerato actual. Nada de nada. En cuanto a Los cachorros, ninguna objeción, salvo que sea la única obra hispanoamericana elegida. ¿Por cierto, no se ha escrito teatro en Hispanoamérica a lo largo de los siglos XX y XXI? ¡Ni una sola obra de teatro hispanoamericano elegida!
En fin, como casi siempre, el delirio se deja para el final. Los girasoles ciegos (se verán la película); Panza de burro: una primera novela notable, atrevida y estilísticamente innovadora, pero ¿quién la elevó a los altares de las obras maestras y del canon insular? ¿Los 100.000 ejemplares vendidos? De resto, dos obras de teatro, de las cuales Primera sangre es un batiburrillo de fragmentos bastante infumable y La piedra oscura es quizá la obra más atractiva de este periodo para el alumnado, sin que la obra sea gran cosa.
Por lo visto, no hay teatro canario escrito en ninguna época que haya merecido ser incluido en la selección. Grave la cosa, ¿verdad?
En fin, llegamos ya al final de esta carta, que tiene que ver con la pregunta 8, es decir, una cuestión sobre uno de los treinta y seis poemas seleccionados. Ya dije en la reunión de junio que me parecía una barbaridad pasar de tres poemas (los de las convocatorias anteriores) a treinta y seis; que si se quería “fomentar el gusto por la lectura”, como allí afirmaron, podían haberse seleccionado cinco de cada periodo, es decir, quince poemas en total. Pero ni caso.
Lo que ocurre es que el problema no es solo la cantidad de los poemas, sino también qué poemas se han elegido. Y de quiénes. Y de quiénes no. Algunos de ustedes ya habrán leído las cartas que envié a los maestros Juan Ramón Jiménez, Pablo Neruda y Gabriela Mistral solidarizándome con su malestar por no haber sido tenidos en cuenta por la Subcomisión. Pero otras ausencias son igualmente flagrantes: José Lezama Lima, Octavio Paz, Alejandra Pizarnik, Ida Vitale, Luis Feria, Manuel Padorno o tantos otros.
Pero lo peor no son las ausencias, que haberlas siempre habrá de haberlas, sino algunos de los poetas y poemas seleccionados. Enumero los casos que me parecen más inverosímiles:
1. El poema de Unamuno, “¡Ay, triste España de Caín!”, es probablemente uno de los peores que escribió, con términos abstrusos como “regüeldo” o “chafarote”. ¡Si tendrá grandes poemas Unamuno! ¡Y hasta poemas vinculados con Canarias!
2. El poema de Alonso Quesada me parece una auténtica pesadilla para el alumnado de Bachillerato: no solamente es complejo, imposible de entender sin cierto contexto (que el profesorado no podrá ofrecer por no disponer de tiempo material), sino que no es nada representativo de su obra. ¡Si tendrá poemas maravillosos Alonso Quesada! Lo que han hecho con él es imperdonable.
3. No menos imperdonable me parece el poema escogido de Lorca, “Infancia y muerte”, que no está recogido en ningún libro suyo sino que se publicó póstumamente. ¿No valía con alguno de los maravillosos romances gitanos, con alguno de los bellísimos poemas de Nueva York, con un estremecedor fragmento del “Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías”, con alguno de los sublimes sonetos del amor oscuro? No: había que rizar el rizo. En fin.
4. El poema de Ernestina de Champourcin: ¿de verdad, señores? ¿Teniendo a Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Julia de Burgos?
5. Lo de Gloria Fuertes no es un poema: es una venganza.
6. El poema de José Hierro me parece el mejor ejemplo de lo que debe ofrecerse a un adolescente para que odie para siempre la poesía.
7. Los “Grafitti”, de Félix Francisco Casanova: siendo el poeta con el que mejor podrían conectar los adolescentes canarios actuales, han elegido un poema poco menos que infumable (en cualquiera de los sentidos de la palabra).
8. El poema de José Luis García Martín es como haber dejado en blanco ese lugar en la página.
9. El poema siguiente, de Begoña Abad: lo mismo que el anterior.
10. En el poema escogido de Gata Cattana, la malograda autora maldice a Machado, a Federico, etc. Lo enarbolarán los alumnos cuando les hagamos leer a Machado, a Federico, etc. Por cierto: ¿el rap es poesía? Lo pregunto por ignorancia.
11. En el poema “Encuentro con Ezra Pound”, de Antonio Colinas, se habla, lógicamente, de Ezra Pound, un autor con el que el alumnado canario lleva mucho tiempo familiarizado. Lo mismo que con todas las referencias topográficas de Venecia. ¡Chapeau, Subcomisión!
12. El poema de Natalia Sosa Ayala, bastante aceptable, implica, sin embargo, referencias biográficas que el profesorado, querida Subcomisión, no está en condiciones materiales –temporales—de abordar.
13. El poema de Camila Sosa Villada es el cuarto y último de los poemas hispanoamericanos incluidos. Es decir: Rubén Darío, César Vallejo, Clemente Padín (con un poema visual) y Camila Sosa Villada. ¡Agüita!
También hay algunos poemas emblemáticos, faltaría más: “Donde habite el olvido”, de Cernuda; “Se querían”, de Aleixandre; “Insomnio”, de Dámaso Alonso; “Apología y petición”, de Jaime Gil de Biedma. Poemas de esos que algún alumno aventajado se aprenderá incluso de memoria.
Para cada poema la Subcomisión ha preparado tres preguntas. En la pregunta 8 del examen caerá uno de estos treinta y seis poemas con una de las preguntas. ¡Lancen sus apuestas!
Y mi planteamiento final ante todo este panorama es el siguiente: teniendo en cuenta los avances tecnológicos actuales, las posibilidades de crear documentos compartidos y las nubes virtuales, ¿no podía haberse planteado toda esta selección de un modo mucho más democrático y participativo? ¿Tan complicado era darle al profesorado que imparte Lengua castellana y Literatura II la posibilidad de opinar, intervenir, proponer?
Un saludo,
Rafael-José Díaz, profesor de instituto.
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