sábado, 21 de enero de 2012

LOS TRES BÚNKERES

                                            Para Germán Chicote

                   I

Pensé que eran buen sitio
para quedarse a vivir:
tres madrigueras
junto al recinto de avistamiento de aves
del Parque del Oeste,
el canto de los pájaros
—ese leve milagro—
entraría hasta mí por las troneras
y el murmullo apagado del tráfico viario
se uniría a las voces de los deportistas
que siempre pasarían en sus vanas carreras.

                   II

Luego pensé:
no es práctico,
la mucha soledad,
el aislamiento,
el problema de cómo alimentarme,
la carencia de luz para leer.

                   III

Así que decidí
verlos más bien como esculturas,
obras de algún artista desquiciado
que imitaran refugios de la Guerra Civil,
el trasiego constante
de la memoria borrada,
monolitos que nadie
sabrá pronto interpretar.

                   IV

¿Estarán conectados
de forma subterránea?
¿Habrá algún pasadizo
entre el tiempo de entonces
y este tiempo de ahora?
¿Recordar no es ya más
que mostrar unos restos,
unos bloques desnudos,
migajas de conciencia
sobrexpuesta al vacío?

                   V

La piedra y el cemento
no dicen más que un mudo
simulacro de tiempo aprisionado.
Los toqué para nada,
no sirvió rodearlos,
buscar signos que pronto, en todo caso,
quedarán suspendidos por más capas de tiempo o desmemoria.
Sin embargo, esas grises
junturas que aún mantienen
en pie estas ratoneras
nos hablan en silencio
de un dolor que se escucha todavía.

2 comentarios:

  1. Me gusta el"tono" alcanzado en este poema con un justo dramatismo que se hace éscuchar en sordina,sin florituras retórico-poéticas y, por eso, intensamente poético, a la manera un poco de su querido William Clift. Una retórica mínima para expresar, casi en el susurro de la intimidad, los enormes dramas de nuestro teatrillo sentimental.
    ¿Conoce usted la historia de François Augiéras y su búnker pintado y sepultado en el desierto?

    Orestes Doreste del Este

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  2. Estimado Orestes Doreste del Este: gracias por el comentario y la lectura. No conozco la historia de François Augiéras, pero intentaré buscar información sobre ella. El poema surgió a raíz de un paseo que di por el Parque del Oeste, en el que encontré, casi sin buscarlos, esos tres búnkeres de los que me había hablado un compañero de trabajo. Ojalá el tono alcanzara un poco de la tensa y conmovedora sequedad de la poesía de William Cliff. Un saludo.

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