miércoles, 1 de febrero de 2012

CON AL BERTO, EN UN TAXI, ATRAVIESO LISBOA

Como tú sabes bien,
aún guardo
la memoria de un día
–o de una noche–
sin rumbo, tu mirada perdida
y a la vez resguardada
mientras un taxi cruza la ciudad de una vida
y nos lleva en el tiempo
–o lleva nuestros tiempos–
de un extremo a otro extremo
de la conversación y de las calles.

Confabulamos juntos
despedidas y asombros,
nombres que para ti lo fueron todo
y para mí eran apenas el comienzo de algo,
la ganancia y la pérdida
de una misma ciudad,
de un mismo instante
que habría de quedar resguardado algún día
en la vida intermedia,
no ya tuya, no aún mía,
de unas pocas palabras.

Y así, mientras mirábamos
la ciudad cuyo aroma
ninguno de los dos podía disfrutar,
las fachadas suntuosas
o ya desportilladas,
el principio de alguna correría invernal entre extraños
o las huellas de pálidos semblantes olvidados,
sentados en un taxi de Lisboa,
decíamos adiós a lo desconocido
y seguía asombrándonos lo vivido mil veces.
Y, hablando, intercambiábamos los rostros. 


                                                            (Lisboa, invierno de 1996)

5 comentarios:

  1. Querido Rafael, un poema excelente, evocador y emotivo, lleno de esa melancolía mansa de la ciudad del Tajo. Un cordial abrazo.

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  2. Se lee con placer.

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  3. Gracias, amigos. La melancolía, estimado José Luis, debe de venir de la ciudad blanca y del tajo de los años transcurridos desde entonces... Un abrazo doble.

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  4. ¡ Qué hermoso! Más que digno del mejor Al Berto. Enhorabuena por el alcance de tanta belleza. Un fuerte abrazo.

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  5. Conseguirás que me sonroje, amigo Iván. La belleza era la de aquella noche entre la Baixa y el Chiado. No sé por qué la recordé el otro día y vino a dar en este poema. Un fuerte abrazo.

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