viernes, 18 de marzo de 2011

FRIEDHELM KEMP

Hace unas semanas, concretamente el 3 de marzo, falleció en Múnich Friedhelm Kemp. Nacido en 1914, es decir, en la fecha en la que muchos consideran que comenzó el siglo XX, su vida se ha adentrado más de una década en este siglo actual en el que los hombres parecemos seguir sin aprender ninguna de las lecciones que de nuestra propia historia deberíamos haber extraído. La trayectoria de Kemp, sin embargo, es uno de esos faros que podrían ayudarnos a labrar para quienes reciban en herencia este maltrecho planeta nuestro un futuro un poco mejor. Sus múltiples actividades, relacionadas todas con la literatura y con el lenguaje —desde su condición de intérprete en tiempos de guerra hasta su extraordinaria carrera como traductor, pasando por sus tareas de editor, de crítico, de profesor, de lector en editoriales— lo sitúan como un extraordinario preservador de frágiles legados, de palabras a punto de perderse para siempre, como un transmisor de fragmentos de espíritu, de intensidades, de una lengua a otra, un dador de palabras en el sentido de que supo entregar transformado lo que a su vez le había sido entregado por otros como un secreto, como un tesoro de imágenes cordiales, como un testimonio.

Traductor al alemán de Baudelaire, de Saint-John Perse, de Max Jacob, de Pierre Reverdy, de Yves Bonnefoy y de muchos otros, quisiera recordarlo ahora especialmente aquí porque, durante largos e infatigables años, tradujo numerosos libros de quien llegaría a ser uno de sus grandes amigos: Philippe Jaccottet. Su fidelidad como traductor a este autor suizo al que consideraba heredero de la gran tradición de la poesía francesa solo se vio quebrada por la fatiga y el desgaste inherentes a toda vejez. Además de otros varios libros de este autor, tradujo en 1988 La promenade sous les arbres [El paseo bajo los árboles], que Cuatro Ediciones acaba de publicar en español. La traducción alemana, que llevaba un epílogo de Peter Handke, fue la primera que de esta obra se hizo a cualquier idioma. En las líneas finales del texto que escribió para el número de noviembre-diciembre de 2008 que la revista Europe le dedicó a Jaccottet, Friedhelm Kemp decía: “La amistad nos protege como un vestido cuyo abrigado forro no debe volverse hacia el exterior. O, por decirlo mejor, nos asiste incluso cuando ya no lo esperábamos; sobre todo cuando no lo esperábamos; cuando la gratitud que sentimos hacia los espíritus tutelares que nos acompañan de cerca se mezcla con todos los días de nuestra vida como un perfume que purifica y fortifica”.

2 comentarios:

  1. Además de traductor, crítico, editor o profesor, se adivina en él a un magnífico escritor teniendo en cuenta las palabras que citas del señor Kemp. Lo desconozco totalmente, pero me sumo en lamentar esta pérdida para el mundo de las letras, quizá desasistido cada vez más de verdaderos "hombres de letras", como se suele decir. Es admirable que el señor Kemp, teniendo en cuenta sus grandes intuiciones a la hora de escribir sobre la amistad, no se animara a hacerlo más (lo desconozco) y albergara la humildad generosa de leer y traducir a estos grandes poetas. Bueno, nada más, sólo espero conocer pronto el trabajo de Friedhelm Kemp. Un cálido abrazo.

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  2. Querido Iván: Kemp es una figura a la que se conoce casi exclusivamente en los ámbitos francófono y germánico. Quise dar breve noticia de su muerte sobre todo por su vinculación con Jaccottet y porque el ejemplo de su trayectoria puede aportar algo de luz a nuestro tiempo. No sé mucho más sobre él. Los actuales traductores al alemán de Jaccottet, Elisabeth Edl y Wolfgang Matz lo admiraban mucho, pues fue, por así decirlo, quien desbrozó el camino que ellos han continuado. Un fuerte abrazo.

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