martes, 4 de mayo de 2010

TRAVESÍA

(Gonzalo González, En primavera, 9, grafito sobre papel, 42 x 59,3 cm)

Para Gonzalo González

Pierdes pie. Te desplomas. Yaces de bruces contra el suelo. El aire pesa sobre tus espaldas. Te empuja. Atraviesas el suelo en una lúcida inconciencia. Tus manos extendidas quisieran, se diría, agarrarse a lo que ya conoces. Pero el peso del aire te desplaza hacia abajo. No sueñas. No vigilas. Simplemente te dejas llevar por un lugar oscuro y alado. Flores de tiniebla nacen en tus poros. Su aroma es el de la tierra, pero su tacto es de fuego. Arden esas flores como las imágenes de todo cuanto fue puro un día y pasó luego a ser parte de la putrefacción. Vencido, tu cuerpo flota aunque parezca quieto en un mar que desciende hasta la médula. Lo rodean filamentos, cáscaras, burbujas, tripas, ondulaciones, pus, pasto, fibras, humus. De dónde nace todo si no es de las madres. Morir es desnudarse, comulgar con el aire que te envuelve, con la tierra que cruza el foso de la piel. Demorarse ―desmadrarse― en el cieno con que la primavera anuncia su llegada fastuosa y engaña a los sentidos para devorarlos. Tiéndete, cuerpo, aún más, así, y escucha lo que respira a través de tus poros. Aprende en la espesura de lo que no cesa. Compréndete a ti mismo más allá de ti mismo, engastado en las hondas raíces de tus células. No importa, cuerpo, que hasta las más lejanas constelaciones, que nunca verás, estén condenadas a desaparecer un día: tú sabes que has llegado hasta tu propio corazón.

1 comentario:

  1. Buenas, el viernes 7 sale el comentario prometido en mi blog. Una cosita breve, pero los lectores y lectoras del blog se pasean por todos los blogs de los que hablo.
    Un abrazo.

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