Es cosa de decir las
cosas: las cosas que se ven, las cosas que se tocan, las cosas que se hacen,
las cosas que se dicen, las cosas que se sienten, todas las cosas que, sin
dejar de ser cosas, se transforman en otra cosa que cosas, en cosas que no son,
en cosas que no se ven, en cosas que no se tocan, en cosas que no se hacen, en cosas
que no se dicen, en cosas que no se sienten y, sin embargo, están ahí porque son cosas que
estuvieron a punto de no ser cosas, que están ahí porque no eran cosas, sino otra cosa: qué cosa, las cosas, qué
cosa, sí, qué cosa, y entonces intentamos aproximarnos a las cosas, verlas de
nuevo a la luz nueva que nace junto a ellas, la luz de cada cosa, la cosa con su
lumbre, la cosa con su orilla, su pátina de cosa, su transparencia, su certeza,
su sombra, su palidez y su silencio de cosa, ese sombrero, qué cosa, esa
lámpara, qué cosa, ese cojín, qué cosa, esa camisa, qué, qué cosa. Hay cosas en
la vida, hay cada cosa, hay cada cosa en esta vida, cada cosa, cada cosa, que
cada cosa que hacemos está sembrada de cosas, hay cosas de más y hay cosas de
menos, cosas enteras y cosas sin coser, cosas en orden y cosas agitadas. Y
cada cosa que dejamos de hacer por hacer otra cosa es una cosa que dice que las
cosas importan, que no podemos decirnos “a otra cosa, mariposa” sin dejar de
sentir la huella de esa cosa impresa en su cáscara, en su vacío de cosa no
hecha, en su reproche de cosa por hacer, qué cosa, saber que cada cosa ocupa su
lugar, cada cosa en su sitio y un sitio
para cada cosa, dice mi madre que decía mi abuelo, cosas, cosas, todas esas
cosas que quedan en el aire para que alguien las escuche mucho tiempo después,
cosas que no se dijeron en vano, cosas legadas, cosas de antes que llegan a ser
cosas de después, las cosas, sí, las cosas, eso tan importante que no sabemos
cómo se llama y por eso lo llamamos así, con la palabra cosa, que es una de las más importantes que tenemos, la palabra cosa y la palabra casa, sí, esas dos palabras juntas son toda nuestra vida, y la
palabra vida, la vida de las cosas de
la casa, esas tres palabras juntas y la palabra palabras, palabras para la vida de las cosas de la casa, esas
cuatro palabras juntas, qué palabras, qué cosas, qué vida la de esa casa de
palabras de cosas que son palabras que son cosas. Porque las cosas no siempre son
cosas. Las cosas son muchas veces el espejo de lo que no son. O el destello de
lo que fueron. Cosas de nada, se decía antes. Eso es una cosa de nada, decían
nuestros mayores para dar a entender las cosas que en su enorme importancia no
importaban nada, las cosas que podían dejarse pasar pero que debían tenerse en
cuenta si se quería mantener la vida en orden. Es cosa de pensar un poco las
cosas. Una cosa es una cosa es una cosa. Ser, sí, lo son, las cosas, pero, más
que ser, las cosas están, son porque están unas junto a otras. Esa cosa de ahí,
la silla, esa silla que está junto a la ventana, esa cosa que no es la ventana
ni la cama ni la pared ni la mano, esa cosa desnuda en forma de silla que no es
tampoco la silla ni una pared ni una cama ni una mano, y que es todas esas
cosas a la vez, cosa de silla, cosa de cama, cosa de mano, cosa de pared, ¿qué
es? ¿Qué es esa cosa que sufre, esa cosa que mira, esa cosa que siente? Esa
cosa de cosa, ¿qué es? ¿Qué es esa cosa de nada, esa cosa de mí, esa cosa de
aire, esa cosa del ojo, esa cosa de piel? Cosas, cosas, cosas entre las cosas,
cosas solitarias en medio de cosas solitarias, cosas dentro de cosas, cosas por
fuera de las cosas, cosas de ahora, cosas de siempre, cosas con cara, cosas sin
ayer. Las cosas nos miran y no sabemos qué decir. Miramos a las cosas y las
cosas ¿qué nos dicen? Cosas por aquí, cosas por allá, cosas en casa, cosas en
la calle, cosas dentro de mí, cosas olvidadas, cosas que recuerdo, cosas sin
lecho, cosas sin ahora, cosas con futuro, cosas desde cuándo, cosas sin porqué.
Más cosas no hay: sólo hay las cosas de ahora, de este mismo instante, cosas de
un segundo, cosas o burbujas, cosas en el aire, cosas sin perfil. Las cosas nos
circundan y las cosas nos hieren. Las cosas nos sobreviven y las cosas nos
matan. Las cosas nos embadurnan y las cosas nos desvisten. Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa. Las cosas del
querer. Cosas de dónde y de cuándo. Cosas de cómo y de por qué. Es cosa de
decir las cosas: esta mesa, ese lápiz, aquella baraja. Cada cosa es un mundo,
no hay cosa que no podamos ser. Es cosa de ser las cosas, cosa de dejarnos ser.
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