miércoles, 13 de abril de 2022

EN OTRA ÉPOCA

En otra época, una de estas tardes, uno de estos atardeceres, más bien, pues ya empezaba a alcanzarse el límite en que la tarde y la noche surgen la una de la otra como si por encima de nosotros un mago, con su varita mágica, decidiera sacarse de la chistera una goma que fuera borrando los colores, las formas, o, dicho de otro modo, succionara, ese mago, vestido con un gorro ridículamente terminado en un pompón, la poca luz que iba quedando a nuestro alrededor con algún mecanismo creado ex profeso, tipo aspiradora, una aspiradora gigante inventada por el mago para llevarse la luz y dejarnos sólo la oscuridad de la noche, en una de estas tardes noches, por tanto, que en otra época, aunque no en otra época cualquiera, sino en dos o tres determinadas, aunque no por ello sucesivas en el tiempo, que la memoria a veces confundía pero que, si se la ponía a trabajar con cierta concentración, terminaba distinguiendo, pues pertenecían a periodos, y hasta a lugares, distintos de nuestra vida, hubieran albergado la semilla de un extravío, es decir, habrían planteado una invitación a no dormir durante al menos tres noches, pues el jueves y viernes festivos sumados al sábado y al domingo ponían por delante no ni siquiera sólo tres sino hasta cuatro noches en las que no había ninguna necesidad de descansar, pues los días que las sucedían eran días libres, no laborables, y era fácil imaginar la cantidad y variedad de acontecimientos que podían tener lugar en esos cuatro días con sus respectivas noches, o en todo caso podía haberse pensado en reservar la tarde de uno de esos días para descansar un poco, si la fiesta decaía, o si el cuerpo no daba más de sí, o a lo sumo dos tardes, aunque eso dependía de la época en cuestión, de la edad física que se tuviera en cada una de ellas, no era nada descabellado proyectarse, a partir de las conversaciones de algunos grupos que, junto a los bares abiertos, llevaban ya un tiempo bebiendo, fumando y alegando, proyectarse, sí, en un mundo imaginario en que formábamos parte de uno de esos grupos, un grupo que en algún momento se mezclaría con otros, aunque ya se notaba que había algunos mezclados, es lo que tenía haber empezado a beber desde temprano, aunque es verdad que no conocíamos a nadie en esos grupos, salvo alguna cara conocida, incluso con frecuencia atisbada en uno de esos bares, al fondo, pero, claro, perteneciente a la típica persona a la que llevamos viendo toda la vida pero con quien no hemos intercambiado nunca una palabra, a pesar de formar parte de la misma generación y de vivir en el mismo barrio, incluso a pesar de que es posible que, cuando éramos pequeños y nos reuníamos junto al muro que delimitaba nuestro edificio del de al lado, alguna de esas personas hubiera sido uno de los niños que se juntaban con nosotros y con los que íbamos al carrito a comprar nubes o chupetes, pues tampoco hacíamos mucho más, que recordemos, aunque esto también depende de las épocas, si bien es verdad que aquella costumbre de reunirnos allí se disolvió pronto, al menos para nosotros, y quizá ese fue el motivo de que a partir de entonces dejáramos de compartir las calles del barrio con esos niños que ahora son personas adultas que alegan en la barra de un bar frente a una copa, es verdad que cada momento se bifurca en momentos distintos que a su vez se bifurcan en otros diferentes, y así hasta el infinito, y nosotros hemos tomado sólo una de esas bifurcaciones, cada vez, y es ella, cada vez, la que nos ha traído hasta aquí, pero sin duda en la imaginación o en el recuerdo, aunque esto también depende de las épocas, o incluso en la proyección paralela que hacemos ahora al pasar junto a los varios bares que han abierto hoy, podemos vernos integrando uno de esos grupos que ya se han fusionado con otros, bebiendo nuestro tercer cubata, fumando cualquier cosa, sin demasiados remilgos, alegando sobre adónde podríamos ir más tarde, pues han abierto un nuevo bareto por la zona del puerto, e incluso hay un chiringuito que llevaba tiempo cerrado y reabrió el otro día, podríamos ir allí después de picar algo más aquí, eso estaría bien, aunque tendríamos que llamar al nota ese que vive en la barriada del barranco para que nos pase unos gramitos, y luego ya veremos, está claro que ese bareto promete, pues dice un colega que hoy va a estar a tope, pues se peta los sábados, imagínate hoy, con tres días de fiestuqui por delante, es una de esas tardes en que apetecería darlo todo si fuera otra la época, o si fuéramos otros nosotros, o si simplemente fuéramos ellos, los que ahora mismo están planificando sin muchos cálculos lo que van a hacer más tarde, cuando ya sea noche cerrada y esos bares de primera hora ya no estén abiertos, ahí empiezan a restringirse un poco las posibilidades, pero la noche es joven, nosotros también lo somos, y a lo mejor el otro colega, el pijo que vive en el chalé de la playa, tiene hoy el coche y podemos darnos un garbeo por el sur, a saber la de baretos nuevos que habrán abierto por allá, eso si fuera en otra época, con otra edad, con otra gente, gente divertida como la que conocíamos en otra época, en otras ciudades, con otra edad, podríamos, en una noche como esta, y lo hemos dicho bien, en una noche, pues con todo este alegato ya ha terminado por anochecer, plantearnos muchas cosas, pero sobre todo irnos por ahí a celebrar lo más grande, buscarnos materiales para poder estar los cuatro días a gusto, invitando, conociendo, pegando la hebra y terminando en la playuqui si hace falta, chupito va, chupito viene, una noche de licores, otra de wiskis, otra de rones y la última de todo mezclado, la bomba, qué más da, eso es lo que nos hace falta hoy, creérnoslo, en definitiva, pensar que todo invita y es propicio a lanzarnos en picado a la más completa de las depravaciones, sin pensar en nada, ni querer ponerle topes al festejo, pues para qué sirve la vida sino para regalársela a las noches, sobre todo en noches como esta que parecen no tener un final, es verdad que la isla no es muy grande y que si terminamos en el sur luego tendremos que volver al norte, y después recalaremos en la capital y finalmente volveremos al sur para terminar tirados en una playa viendo amanecer el domingo más borrachuzos que nunca, pero de eso se trataba, ¿no?, algo parecido es lo que hacíamos cuando éramos niños, no volvíamos a casa después de comprar las golosinas en el carrito, nos tirábamos por las calles abajo hasta desembocar en el puerto para ver los barcos atracados, para dar vueltas por los comercios que rodeaban las plazas principales y meternos a probarnos ropa en las grandes galerías, pues algo parecido sería esto, sólo que con más años, muchos recambios de energía, varias noches por delante, gente nueva, desconocida, loca, bares, discotecas, afters, morreos, coches, rayas, birras, tequilas, playas, y así sin tener la más mínima noción del tiempo, pues para qué estamos vivos si no es para descarriarnos como las cabras en el monte, ¿o acaso tenemos que ser como los borregos que van todos en manada por los caminos señalados?, así que sigamos, en una noche como esta, pensando en cómo prolongarla, a qué casa vamos a ir después, pues también es otra opción, montarnos la primera fiesta en un chozo bien surtido y luego ya se verá, eso molaría, en una noche como esta, en otra época, sí, en otra época.

ENTRADA DESTACADA

UNA INCURSIÓN INVERNAL EN LA CASA DE CAMPO

Me encantó estar allí, era como estar escondido para que nadie me viera, pero sin que nadie me estuviera buscando, o al menos eso creía. ...

ENTRADAS POPULARES